El archivo de las atrocidades (Los expedientes de la Lavandería 1) - Charles Stross

La primera vez que escuché la expresión “maquillar balances” fue en la famosa novela “Betty, la fea”, en el momento en el que uno de los personajes le pide a su asistente que arregle los estados financieros para que reflejen los resultados que la junta directiva espera. Cuando empecé a estudiar contaduría pública, y gracias a la formación que me dieron durante la carrera, armé dentro de mí un ideal de lo que sería mi ejercicio profesional, en el cual todo era ordenado, con cuentas claras, respetando las normas legales. Por lo tanto, cuando escuché ese “maquillar balances”, pensé que era algo mentiroso y que solo pasaba en la televisión.

Decidí empezar a trabajar y estudiar al mismo tiempo cuando estaba en cuarto semestre, y conseguí mi primer cargo como auxiliar contable un año después. Estaba sumamente emocionado, a la expectativa de poner en práctica todo lo que había aprendido. En ese trabajo manejaba muchos clientes, de diferentes sectores económicos, cada uno con particularidades que lo hacían único. Cuando empecé a revisar la información de cada cliente, fui encontrándome con cosas que no estaban bien, con manejos que no eran los ideales y con registros que eran equivocados. Pregunté a mi jefe si podía corregir esos errores dentro de la contabilidad, pero en ese momento supe que nada es perfecto y que la vida real es totalmente diferente a lo que te pintan en la universidad, y al mundo utópico que puedes llegar a plantearte al pensar en el trabajo de tus sueños…


El nacimiento de una editorial siempre representa una alegría para mí, y cuando leí sobre la llegada al mundo de Insólita, fui muy feliz. Es importante que lleguen nuevas formas de ver la literatura, nuevas maneras de percibir las necesidades de los lectores. 2017 fue el año en donde la ciencia ficción se tomó mi vida, y al ver la primera apuesta de este nuevo actor en la industria, la expectativa por leerla no se hizo esperar. En esta oportunidad vamos a hablar de “El archivo de las atrocidades” de Charles Stross, ganador del premio Hugo.

En este libro vamos a conocer a Bob Howard, un geek consagrado que en sus ratos libres se dedicaba a ejercer como hacker. En uno de los trabajos para los que es contratado, nuestro protagonista llega más lejos de lo que debería, lo que causa que quede en la mira de La Lavandería, una agencia ultrasecreta del gobierno británico, encargada de buscar y eliminar a seres sobrenaturales de todo el universo con el fin de proteger a la humanidad y al planeta Tierra. Bob es contratado por La Lavandería, pero su trabajo allí no es lo que él espera, porque mientras sus compañeros salen a diario en misiones llenas de acción y emoción, él se dedica al mantenimiento de los sistemas informáticos de la agencia. Pero todo da un giro total cuando Bob recibe un ascenso, el cual vendrá acompañado de nuevas responsabilidades y de un grupo de nazis interdimensionales que están dispuestos a tomarse el mundo.

A primera vista, la historia de Bob se asemeja a la de la famosa serie de películas “Los hombres de negro” y a los cientos de acercamientos a las agencias de este tipo que hemos visto o leído alguna vez, pero “El archivo de las atrocidades” tiene otro enfoque. En este libro, el que sería el trabajo de los sueños para muchos, se muestra tal y como son la gran mayoría de trabajos: centros de burocracia en donde las reuniones innecesarias y eternas están a la orden del día, y en los que el papeleo inmisericorde decora las oficinas. Este punto es tremendamente interesante, pues otorga a la historia un toque realista que se disfruta sobremanera, especialmente teniendo en cuenta que permite desarrollar al máximo el sarcasmo y la jocosidad que impregnan las pasadas 280 páginas de esta historia.


¿Dijiste jocosidad? Sí, tal y como lo leen. En esta primera entrega de la reconocida serie de libros de “El expediente de la Lavandería”, y seguramente en las demás y en las que están por publicarse, el humor es un aspecto central y que hace que la lectura se disfrute muchísimo. Este factor en la narrativa de Stross es un completo acierto, pues además de todo, permite que las explicaciones técnico-matemático-físico-informático-químicas, que se encuentran en cada pasaje de esta historia, se sientan menos pesadas y sean más digeribles. Sí, estamos ante un libro de ciencia ficción que exige y mucho, muchísimo más de lo que muchos estamos acostumbrados, que te pide contextualizarte constantemente, indagar para entender, releer y volver a releer para comprender, incluso hasta el punto de hacer que el ritmo de lectura se haga algo lento, pues es imposible negar que las explicaciones que el texto te va dando a veces son excesivamente complejas, y me atrevería a decir que hasta innecesarias. Todo esto es un reto que, de decidir aceptarlo, nos permitirá meternos de lleno en una historia portentosa.

Pero volviendo al punto, la narración en primera persona por parte de Bob nos permite conocer lo que hace día a día, y no solo en su trabajo, sino en su hogar, en los lugares que frecuenta, y las ocurrencias que vive durante todo esto. Debo confesar que reí como loco con las cosas que nuestro protagonista vivía con sus compañeros de apartamento y de trabajo, Pinky y Cerebro, dos geeks fuera de concurso que, les prometo, no podrán olvidar.

Y estos no son los únicos personajes secundarios que harán de este libro una experiencia de lectura sin igual, pues si algo tiene de fuerte esta historia es eso, sus personajes secundarios. Mo, Angleton, Andy e incluso la insufrible Harriet, harán que esta aventura inexplicable se sienta mejor a cada capítulo que pasa. Aquí los secundarios no están por estar, sino que están por algo importante, quizá no trascendental, pero todos tienen una tarea y un objetivo, y lo cumplen a cabalidad.


Los premios Hugo son entregados a las mejores obras de ciencia ficción y fantasía… Sí, por las venas de “El archivo de las atrocidades” corre la ciencia ficción, pero el sistema nervioso de esta obra es variopinto en cuanto a géneros, pues tiene algo de fantasía urbana, de thriller tecnológico, de novela policiaca, un poco de engendros lovecraftianos y de frikismo, mucho humor, e incluso un toque de romance… En La Lavandería encontrarán de todo.

La trama de la novela está en constante movimiento, mostrando un sinfín de situaciones que mantendrán al lector pegado al libro. Invocaciones, persecuciones, mucha acción, criaturas sobrenaturales y muchas otras cosas van dándose lugar sin descanso. Podemos estar preparando un informe aburridísimo para entregárselo a una funcionaria despreciable, para luego aparecer en el espacio en plena batalla con seres rarísimos que pretenden conquistar nuestro planeta... y la victoria que se consigue se celebra en un café en Londres, a la luz de la luna, y con un par de compañeros insoportables de fondo. Así de loca es esta lectura.


Blanca Rodríguez y Antonio Rivas, los encargados de la traducción de este libro, han hecho un trabajo excepcional y que no puedo dejar de destacar. La edición en español mantiene todos los detalles que destaca la crítica internacional de esta obra, incluido ese toque friki y grandilocuente que hace grande a Bob Howard. De igual manera, es imposible no destacar el trabajo de Insólita, pues se lanzaron con todo al mercado editorial, y lo hicieron con éxito.

“El archivo de las atrocidades” es un libro sin clasificación, que navega por los siete mares sin sucumbir en el intento. Stross crea una historia entretenida, con un personaje principal tan humano como inolvidable, con personajes secundarios que suman todo el tiempo, con una trama interesantísima y soberbiamente soportada (sí, este NO es un libro para todo mundo, hay que tener internet a la mano si son curiosos y no quieren que se les escape detalle alguno), con un desarrollo brillante, una narrativa superlativa, y un ambiente que se convierte en una oda al nerd que durante tanto tiempo fui. De los mejores libros que leí en 2017 (quizás el mejor).


Gracias a Margarita por permitirme descubrir el truculento mundo de La Lavandería.


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